SERGIO Y SERGUÉI (2017), de Ernesto Daranas

Este texto sobre el filme Sergio y Serguéi, de Ernesto Daranas, polemiza con otro de la autoría de Jorge Luis Lanza, publicado hace poco en el blog. Y me ha hecho recordar aquellos tiempos ya lejanos en que en el sitio se discutían con pasión las ideas, aunque dejando siempre a salvo a los individuos que las expresaban.

UN PASADO QUE INFELIZMENTE REGRESA

Por MSc lleana Margarita Rodríguez Martinez (Asociación Cubana de la Prensa Cinematográfica)

Uno de los tópicos más controvertidos del 39 Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano lo fue sin lugar a dudas la pobre participación cubana en competencia. Entre los títulos más esperados estuvo Sergio y Serguei del reconocido realizador Ernesto Daranas. Títulos como: Los dioses rotos y Conducta lo avalan como un realizador de una mirada diferente sobre realidades complejas de nuestra contemporaneidad.

Largas fueron las colas de los espectadores ávidos por disfrutar de esta última entrega del realizador cubano. No obstante haber recibido el aplauso mayoritario del público asistente a la premier en el cine Yara el pasado diciembre, Sergio y Serguei es una cinta irregular, menor en la filmografía de este talentoso realizador cubano. La problemática de la caída del campo socialista (específicamente la URSS) y el período especial cubano a principios de los noventa devienen contextos para narrar la amistad de un profesor de marxismo Sergio, radioaficionado y Serguei Krikalev, el último cosmonauta soviético perdido en el espacio que no logar comprender del todo su no regreso a la tierra por falta de combustible y sobretodo esa realidad otra que constituye la caída de su antigua URSS.

Esta sátira narrada en tercera persona por la hija del radioaficionado cubano será el hilo conductor de una serie de acontecimientos signados por el azar y la amistad de estos dos hombres. El cubano inmerso en una cruda lucha por la supervivencia y el cosmonauta soviético varado en el espacio y perdido en otra realidad aparentemente distante de la del cubano, pero cercanas por el absurdo de ambos contextos y marcados por las situaciones extremas que ambos viven.

Sergio nos habla de una realidad insuficiente, con sabor amargo (período especial) que intenta desde los códigos de la comedia, del humor, empatizar con un espectador ávido de la risa fácil que pareciera que olvida, o intenta olvidar con esa carcajada interminable su propio dolor y la herida aún sangrante de una época difícil de nuestra memoria histórica y personal. Lo que parecía una historia profunda de reflexión y sobre todo que revisitaba un contexto histórico poco o nada narrado en el cine cubano se nos convierte en más de lo mismo cuando su realizador escoge para narrar el tono del choteo o el costumbrismo para contarnos de los avatares del cubano, su supervivencia a como dé lugar y su amistad con el cosmonauta ruso, sobre todo sus conversaciones y lo absurdo que los une, por más que parezcan lejanos en contextos geográficos.

En contraposición al profesor radioaficionado están los represores, los personajes-dogmas que constituyen ellos mismos mera caricatura y al final el consabido esquema narrativo: buenos vs malos, sin una profundización desde el interior de los personajes lo cual hace pobre el diseño de los mismos, y por ende una historia que prometía narrar desde el dolor, desde la angustia y el inolvidable aislamiento que produjo para Cuba la caída del campo socialista y específicamente la antigua Unión Soviética.

En mi opinión es Sergio y Serguei una película menor en nuestra cinematografía, que apenas roza el conflicto mayor: el período especial cubano y sus protagonistas. Pareciera que el filme está contado para esa empatía fácil con el espectador, que dialoga con el mismo desde códigos más que trillados por el cine cubano, haciendo que el verdadero conflicto de la historia se diluya.

La amistad del radioaficionado cubano con el norteamericano poco o nada aporta a la trama del filme, solo la dosis de más risa fácil más ingrediente comercial y de distribución del mismo hacia el mercado extranjero que potencia la inclusión en el reparto del reconocido Ron Perlman. Sólo las escenas donde el chiste y la empatía con el público eludiendo el dolor o la distracción de una trama que tenía material más que suficiente para contar una historia donde esa huella o herida aún sangran y el olvido es una quimera se convierten en leitmotiv del filme. Pasados los treinta minutos de metraje ya sabemos todo de esta película aparentemente profunda de un período catártico de la historia nacional. Los códigos escogidos por Daranas no constituyen por si mismos profundidad, o una dimensión que pudiera hacernos pensar que se divierte pero a su vez parodia, reflexiona desde ella misma.

Recientemente pude leer un trabajo de mi colega Jorge Luis Lanza titulado: Un pasado que todavía es presente. Para mi colega la cinta constituye una de las pocas que ha reflejado de manera acertada la angustia existencial y la incertidumbre social experimentada por el cubano es esos sombríos años noventa.

Después de leer el citado trabajo me pregunté: ¿qué película había visto mi colega en el 39 Festival de la Habana que me perdí? No sería la misma que me hizo sentir angustia, sí, pero angustia por ver tantas cintas que se parecen entre sí y que discursan sobre temas álgidos como el narrado, pero donde el verdadero conflicto se convierte en pretexto para hacernos pasar un rato de diversión y apenas de reflexión, donde el conflicto de la trama se sustituye por la comunicabilidad a toda costa con el espectador, haciendo que este aplauda el cine nacional más que por su hondura conceptual por la empatía fácil, donde el análisis verdadero de una historia como ésta apenas se nos anuncia, pero no se desarrolla, y menos aún se explícita desde un serio análisis como lo requería la película citada.

Logro del filme según mi colega es precisamente apelar a ese discurso que elude el hermetismo de una cinta como Madagascar de Fernando Pérez. ¿Es que acaso el uso de códigos simbólicos y metafóricos en una historia como Madagascar hacen de ella una cinta menor, ininteligible para el espectador medio? ¿Es un logro la risa fácil por encima de la reflexión compleja que la elude, para diseccionar un contexto histórico sin precedentes como el llamado periodo especial?

El tono escogido por Ernesto Daranas es sin lugar a dudas el más ligero, el más llano, que no logra el filo jugoso de la parodia, sino más bien el que roza lo mismo que quisiera eludir: el choteo, sobre todo en los personajes llamados antagónicos, los que representan los mecanismos de control.

¿Donde está la metáfora en Sergio y Serguei? ¿Dónde el discurso inteligente y el subtexto profundo de la parodia? ¿Estarían para mi colega y para el propio realizador en las peripecias narradas unas tras otras por parte de Sergio para eludir a los malos de la película?, ¿en el posible involucramiento del FBI en la misma?, ¿o en el absurdo por al absurdo de las situaciones, muchas de ellas traídas por los pelos como las que se narran en la historia?

Otro de los aciertos según Lanza es haber obtenido el premio de la popularidad en el 39 Festival del Nuevo Cine Latinoamericano; yo le preguntaría: ¿cuántos pases tuvo la película en detrimento de cintas de innegables valores estéticos, como sin dudas lo fueron: Zama, Los Perros, Alanis, entre otras? Es inevitable que una película exhibida hasta el cansancio obtuviera dicho premio. ¿No le pudiera parecer a mi colega que nos estuviéramos premiando a nosotros mismos? ¿Dónde radica la profundidad de Sergio y Serguei , ¿en el divertimento en sí ?, ¿dónde la reflexión y disección de ese período álgido de nuestra historia nacional? ¿Qué constituye una metáfora para el Crítico? ¿la sobresaturación de chistes y más chistes entre los protagonistas de la historia sin que esto implique otra cosa que la risa y la carcajada fácil?.

Jamás podría ser Sergio y Serguei un homenaje sensible a ese cubano que supo a duras penas sobreponerse a ese período gris de nuestra contemporaneidad, y a las terribles adversidades como las sufridas en el llamado período especial.

Tampoco creo que la utilización de material de archivo en el filme dote al mismo de algo novedoso en nuestra cinematografía.

Faltó en Sergio y Serguei precisamente una sólida historia y sobre todo el diseño de personajes. Falló una tesis o súper objetivo si lo tuviera; más bien carece del mismo. Estamos abocados desde el mismo comienzo de la trama a reír y reír en una historia que pedía más por si misma que esa comunicación fácil con el público.

Una vez más el Cine Cubano está en deuda con su público y con los amantes de nuestro Cine. Es bien difícil poder contar con una sólida cinematografía si apenas contamos con financiamiento y productoras independientes que puedan ofrecer a los realizadores más jóvenes oportunidades para contar sus disímiles historias. La ausencia de la llamada Ley de Cine y el privilegio de la industria a unos pocos hacen que cintas que nada o poco aportan al discurso del cine actual sean las que logren ser filmadas en detrimento de otras que podrían desde ópticas diversas ser narradas para enriquecer una cinematografía que cada vez más se aleja del buen cine latinoamericano, y desde la propia tradición del buen Cine Cubano que ya no vemos en pantalla. Así que este pasado que retorna de manera infeliz en nuestra filmografía ha sido un ejemplo más de que debemos repensar las estructuras de financiamiento desde y fuera de la industria, para que podamos recobrar entre todos nuestro pasado fílmico y nuestra tradición encima de la cinematografía latinoamericana contemporánea.

Publicado el enero 29, 2018 en Uncategorized. Añade a favoritos el enlace permanente. 4 comentarios.

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