Archivo de la categoría: SOBRE LA CRITICA
Carlos Lechuga: Homenaje a los críticos (II)
Agradezco a Carlos Lechuga su invitación a participar en este hermoso homenaje que ha organizado a los críticos de cine en Hypermedia Magazine.
Por Carlos Lechuga
En enero de 1956, Truffaut publicó una serie de textos en los que dialogaba con varios críticos de cine (14 preguntas a los críticos franceses). Con este gesto, quiso rendir homenaje a aquellos que, desde las páginas, se sumaban al amor por el cine.
En estos meses, me he puesto a rescatar las mismas preguntas y se las he pasado a una serie de estudiosos y críticos cinematográficos que (de una manera u otra) son cubanos, se sienten cubanos o acompañan al cine cubano. En esta segunda entrega se nos ha sumado Juan Antonio García Borrero.
Este tipo de ejercicio no solo nos acerca, de una manera más personal, a todos estos autores, sino que también nos sirve para aprender y seguir buscando en ese gran mundo que es el cine.
Para los fanáticos, los cinéfilos puros y los jóvenes creadores, estas respuestas son una coda a tantos textos y debates que realzan el séptimo arte.
En un momento donde la visita a las salas ha mermado, la intención es seguir uniendo gente en esta pasión.
François Truffaut:
Si fueras a escribir o a dirigir una película, ¿cómo sería? La trama, los colores, los referentes… O simplemente, háblame de alguna historia personal que te motive.
Juan Antonio García Borrero:
Ya te comenté que no creo demasiado en esos binarismos de creador o crítico. Para mí todo está mezclado dentro de uno. Lo que pasa es que esto de las etiquetas es algo que no se puede eliminar.
En mi caso personal, tengo escrita una novela que, mientras la escribía, la pensaba como si se estuviera proyectando en un cine. Es policiaca, aunque yo sé que tiene que ver con otras cosas como la memoria, la culpa, el remordimiento. Su trama se ubica en Cuba, pero puede transcurrir en cualquier parte, y transcurre durante 24 horas. El título es Náufragos de la noche (algunos amigos la leyeron también con el título de Las llagas del placer).
¿Por qué no he intentado publicarla? Pues porque todavía no me convence la manera en que se resuelve la historia. Es posible incluso que nunca se publique, pero yo no dejo de pensar en ella, y cada vez que tengo oportunidad le cuento la trama a la gente. La he contado tantas veces que ya hay personas que creen que está publicada.
Daniel Céspedes:
Si no fuera crítico cultural sería cantante, bailarín o actor. Me gusta la actuación. Pero dirigir una película no me ha pasado por la cabeza, al menos por ahora. Dirigir videoclips, sí. Tal vez lo haga en un futuro no muy lejano. Pero, por lo pronto, seguiré escribiendo. Bueno, haga lo que haga, escribiré hasta donde pueda.
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José Rojas Bez y su aventura en el cine
Me ha alegrado mucho leer en el Periódico Cubarte esta aproximación a la obra del crítico e investigador holguinero José Rojas Bez. Estamos hablando de una de las personas que más tiempo le ha dedicado en Cuba a la investigación de los problemas relacionados con el audiovisual. Y uno de los pocos que se ha empeñado en conformar todo un cuerpo teórico en esas incursiones intelectuales.
Otras veces he hablado de los maestros que han marcado mi vida investigativa (Luciano Castillo, Julio García-Espinosa, Desiderio Navarro, Ana López), pero me doy cuenta que Rojas Bez siempre ha estado allí también, aun cuando su extensa obra no ha recibido todavía esa visibilidad que se merece. Y como la gratitud es la memoria del corazón, como dice algún sabio, nada mejor que hacerle saber públicamente de mi agradecimiento.
JAGB
José Rojas Bez y su aventura en el cine
Por José Abreu Cardet | Periódico Cubarte | 25 Feb 2019
José Rojas Bez (Banes, Cuba), profesor universitario, investigador y ensayista, inicia el año 2019 con dos libros recientemente editados: El arte y sus primeros esplendores y la segunda edición, revisada y ampliada, de El arte del cine: formas y conceptos; y otro en plan editorial: Audiovisualidad, medios y artes entre deslindes y perspectivas.
Licenciado en Lengua y Literaturas Hispánicas por la Universidad de La Habana, con estudios de posgrado sobre cultura española en Madrid (Instituto de Cooperación Iberoamericana), ha sido siempre un amante e investigador de la cultura iberoamericana a la vez que del universo audiovisual.
Su vida se ha desenvuelto en estrecho vínculo con la labor profesoral. Fue fundador de los programas y textos para la educación artística en la Extensión Universitaria, así como de la filial de la Universidad de las Artes (ISA) en Holguín.
Su doctorado en Pedagogía del Arte (Instituto Central de Ciencias Pedagógicas), con tesis sobre teoría y pedagogía del cine y de los medios audiovisuales; así como una significativa labor posdoctoral (asesorías, oponencias y tribunales) responden a esta trayectoria por la que ha recibido distinciones y reconocimientos, incluyendo la Distinción por la Educación Cubana y el Reconocimiento de la Comisión Nacional de Grados Científicos por la labor en la formación de doctores. También se ha desempeñado como profesor visitante en universidades de América Latina y España. (pinche aquí para seguir con la lectura)
NECESIDAD DE UNA NUEVA CRÍTICA DEL AUDIOVISUAL EN CUBA
Esta polémica desatada por el artículo de Gustavo Arcos me ha gustado mucho, sobre todo por las ideas que se han contrapuesto. Hasta podría decir que la polémica me ha gustado más que el artículo, lo que estoy seguro regocijaría a Arcos. Y es que desde que leí el texto por primera vez, intuí que su utilidad no estaría en el posible consenso que podía fomentar, sino en los disensos que sacaría a la luz.
Supongo que Gustavo sabe que todo inventario siempre corre el riesgo de dejar más cosas fuera que dentro, y que en la factura llegarán acusaciones de fomentar las piñitas de siempre. Eso es inevitable; a mí, por ejemplo, me llama la atención que en esa amplia relación que él ofrece no aparezcan los documentales de Eliecer Jiménez, producidos de manera absolutamente independiente, y muchos de ellos, premiados.
Archivar en la memoria todo esto que está pasando al margen de la industria y la Historia oficial, está bien, siempre que no se olvide aquello que alertaba Derrida: “El archivo es una violenta iniciativa de autoridad, de poder, es una toma de poder para el porvenir, pre-ocupa el porvenir; confisca el pasado, el presente y el porvenir. Sabemos muy bien que no hay archivos inocentes”.
Ahora bien, si algo me deja satisfecho de la polémica es el llamado a construir una “nueva crítica”. Porque no se trata solo de acusar al ICAIC de no estar a la altura de estos tiempos (Gustavo sabe que en ese punto tenemos serias diferencias), sino que necesitamos construir el pensamiento que acompañe a esa otra obra, y la construcción de ese conjunto de reflexiones debería ser impulsado, en teoría, por los críticos. Lee el resto de esta entrada
EL CRÍTICO DE PROVINCIA
Comparto con los amigos del blog este texto publicado en IPS. Ser o no ser de provincia, lo hubiese podido titular también.
EL CRÍTICO DE PROVINCIA
En estos días he estado revisando algunos cuestionarios que nunca respondí, o cuyas respuestas dejé a medias por falta de tiempo. Uno de ellos es el que me hizo llegar en su etapa de estudiante mi querida amiga Leybis Leydis Rosales, hoy flamante Licenciada de Historia del Arte. Hay allí preguntas todavía provocadoras, como esta que trataré de responder brevemente: “¿Cuánto limita o aporta ser un crítico de cine que ejerce el oficio fuera de la capital?”.
Lo del “fatalismo geográfico” en Cuba (es decir, vivir en provincias que están más allá de La Habana) siempre me ha parecido una excusa para justificar la pereza intelectual, o la carencia de metas que aspiren a llegar más allá de lo asumido como la norma. Es cierto que las brechas que se imponen entre los países desarrollados y los subdesarrollados, entre las metrópolis y sus alrededores, condicionan las maneras de producir y acceder a los saberes. Pero en el caso de los críticos de cine, la posibilidad que nos brindan en la actualidad las nuevas tecnologías para borrar algo (no todo, desde luego) de la desventaja de no tener en tus cercanías una biblioteca con los libros y profesores que pueden consultarse en Harvard, en la Universidad Autónoma de Madrid, o en la José Martí, son reales. Lo que sucede es que el cambio de mentalidad en cuanto al uso de estas herramientas puede ser más lento allí donde pareciera que se necesita orientación desde las capitales para impulsar ese giro copernicano.
Hasta los años noventa obtener bibliografía actualizada era realmente una utopía para los críticos de cine del patio. Los que vivíamos en provincia íbamos a la sala de arte de la localidad, y corríamos el riesgo de quedarnos con la sensación de que la Historia del cine había llegado a su fin en los sesenta. Y de los debates en torno al ejercicio de la crítica misma, ni la más mínima idea. Mucho menos nos podíamos poner al día con los presupuestos del feminismo, por mencionar tan solo uno de los ejemplos que hablaría de nuestra indigencia teórica. De allí que entre los modos de apropiarse del objeto fílmico de Cabrera Infante y Valdés Rodríguez y los que llegaron después, apenas se notaran diferencias de fondo: a la larga, ha seguido siendo el mismo oficio del siglo XX del que hablara Cabrera Infante, pero sin la elegancia literaria de Cain. Lee el resto de esta entrada
LA CRÍTICA DEL AUDIOVISUAL COMO PROSUMO
A principios de los años ochenta del siglo pasado, Alvin Toffler acuñó el término prosumidor. Encontramos en sus propias palabras la mejor argumentación del origen y uso del término:
“En La tercera ola (1980), inventamos la palabra «prosumidor», para designar a quienes creamos bienes, servicios o experiencias para nuestro propio uso o disfrute, antes que para venderlos o intercambiarlos. Cuando como individuos o colectivos producimos y consumimos, nuestro propio output está prosumiendo. Si elaboramos una tarta y nos la comemos, somos prosumidores. Pero prosumo no es solo un acto individual. Parte del propósito de confeccionar esa tarta tal vez sea compartirla con la familia, los amigos o nuestra comunidad sin esperar dinero o su equivalente a cambio. En la actualidad, dado que se ha encogido el mundo gracias al progreso del transporte, las comunicaciones y las tecnologías de la información (TI), la noción de comunidad es mundial, otra consecuencia del cambio en nuestra relación con el fundamento profundo del espacio. Por esa razón el prosumo puede incluir el trabajo no remunerado para crear valor y compartirlo con extraños del otro extremo del mundo”.
Un blog puede ser un ejemplo inmejorable de prosumo intelectual. Al menos en este sitio, el grupo de amigos que comparten y/o confrontan ideas vinculadas al audiovisual realizado por cubanos, es animado más por la simple complicidad intelectual y el placer que significa hablar de estos temas, que por un encargo o pretensión utilitaria. Ahora bien, ¿puede resultar a la larga beneficioso algo que no se propone ser útil, es decir, que no se concibe con la finalidad expresa de utilizarse en el quehacer social inmediato?, ¿no estaría afianzando este perfil tan desinteresado la ya preocupante reputación que tiene la crítica de ser algo absolutamente inútil? Lee el resto de esta entrada
¿CON QUÉ SUEÑAN EN CUBA LOS CRÍTICOS DE CINE HOY?
Hoy viernes sale publicado en el Bisiesto de la Muestra este texto que escribí, a solicitud de la querida Mabel Olalde Azpiri. Agradezco su gentileza al permitirme compartirlo con los amigos del blog.
Hace un par de semanas, en el 19 Taller Nacional de la Crítica Cinematográfica celebrado en Camagüey, seis jóvenes cubanos nacidos en los años ochenta, expusieron públicamente sus ideas en torno al estado de salud de lo que Guillermo Cabrera Infante llamó “el oficio del siglo XX”. Tal vez fue esta la primera vez en que miembros de esa generación que ejercen la crítica del audiovisual o la han pensado en nuestro país, se reunían, no para escuchar lo que “los consagrados” podían repetir una vez más de ese oficio, sino para exponer y discutir, con plena conciencia de grupo, sus ideas en torno a los nuevos escenarios en que se desenvuelve actualmente esta práctica intelectual. [1]
Ya era hora. Los jóvenes realizadores de esa generación, a estas alturas, cuentan con un corpus audiovisual nada desdeñable. ¿Por qué, entonces, nos ha parecido que faltan jóvenes airados en la zona del pensamiento que aborda estos asuntos?, ¿qué es lo que ha propiciado que la creación de estos jóvenes parezca marchar por un lado, y la manera de ellos mismos pensar esa producción, por otro?, ¿por qué si el audiovisual cubano se ha beneficiado con la gestión a menudo herética de no pocos realizadores de ese grupo, la crítica que habría de acompañarlos no se ha manifestado del mismo modo?
Si alguien pensaba que la posible causa de ese desfasaje obedecía a la ausencia de talento o algo así, bastará echarle un vistazo a los textos mencionados en el primer párrafo para descartar ese disparate. Sin demasiado ruido, tal como nos describe Claudia González Machado en su ponencia, varios miembros de esa generación se vienen encargando de reencontrar el discurso crítico perdido, aquel que en los tiempos fundacionales del ICAIC, y por extensión, de la primera década de existencia de la revista Cine Cubano, se caracterizaba por el debate sistemático de lo que podía representar la modernidad en el cine de entonces, pero también, del rol intelectual que debía jugar, ya no el crítico (entendido como especialista de un saber), sino el pensamiento crítico, que es algo que puede ser común a creadores y analistas. Lee el resto de esta entrada
ESCENARIOS PARA UNA NUEVA CRÍTICA, por Justo Planas
“A ratos uno siente que los críticos cubanos escriben para otros críticos, para probarse ante ellos, incluso polemizan sutilmente”, nos dice en una parte de su ponencia leída en Camagüey el crítico Justo Planas (La Habana, 1985).
Escenarios para una nueva crítica
Por Justo Planas
Detrás del interés por definir los derroteros de la joven “crítica” cubana no puedo evitar hacerme algunos cuestionamientos. El más básico es si en realidad existe una crítica joven con todo lo que eso conlleva. Los consagrados ejercen la crítica o la historiografía cinematográfica como actividad profesional fundamental; cuentan con una bibliografía propia dedicada al séptimo arte, por no mencionar su presencia cotidiana en los medios de comunicación masivos. La generalidad de los jóvenes que escriben críticas o ejercen la docencia, como —obviamente— recién comienzan, deben alternar estas prácticas con otras que constituyen su principal sustento. Pero solo marco aquí una diferencia circunstancial. Creo que existen otras, esenciales, de mayor peso. Un crítico de cine debe, por fuerza, dominar con experticia las herramientas de análisis cinematográfico fundamentales, debe tener un conocimiento preciso de los filmes, corrientes y directores que han marcado la historia del cine, debe manejar con claridad el engranaje de las diferentes especialidades técnicas y artísticas en una obra cinematográfica. Y dadas las condiciones con que disponemos en Cuba, este tipo de formación continúa siendo autodidacta y toma años, muchos, años que aún nos faltan a los jóvenes que escribimos críticas e incluso publicamos libros sobre cine.
Sí, escribimos críticas en Cine Cubano, en la Cartelera de Cine y video del ICAIC, en la prensa o en un blog, pero no creo que esa audacia —imprescindible en nuestra formación— nos convierta en críticos. Un repaso somero por los planes de estudio de las carreras de donde provenimos muchos: Historia del arte, Periodismo, Filología… nos permitiría darnos cuenta de que sí, contamos con asignaturas afines, pero no son suficientes. Y las lagunas que tenemos algunos de estos jóvenes puede notarlas un lector agudo, o peor, muchas veces las señalan aquellos realizadores que analizamos; y en estos casos no se trata de diferencias de criterio, sino de verdaderas faltas. Imagino que haya sucedido así con otras generaciones; y por supuesto, renunciar no es una opción. Los jóvenes que conozco devoran películas y libros sobre cine a toda prisa, como con deseos de ver y leerse el siglo y un tanto de cine en pocos días. Lee el resto de esta entrada
ÉTICA Y PARADOJAS DE UN ARTE OFICIOSO, por Antonio Enrique González Rojas
“¿Qué hacer entonces? o mejor ¿cómo hacer la crítica en estos tiempos, donde se desdibujan los viejos fantasmas de la ilustración, el modernismo, el enciclopedismo y todas las tendencias clasificatorias absolutas del viejo Occidente?”, se pregunta el crítico cienfueguero Antonio Enrique González Rojas (Cienfuegos, 1981) en esta ponencia leída en Camagüey en el pasado Taller Nacional de la Crítica Cinematográfica.
CRÍTICA: ÉTICA Y PARADOJAS DE UN ARTE OFICIOSO
Por Antonio Enrique González Rojas
Amado Alonso apuntó alguna vez, en alguno de sus libros, que la “crítica es un arte”, sentencia que entraña muchas más complejidades de las que una somera lectura pudiera revelar como un vacuo ensalzamiento reivindicatorio de los críticos de arte, constantemente acusados de ser creadores frustrados, cuya malaventura encarna en el fustigamiento ácido de toda obra atravezada en su camino.
Visto desde una perspectiva amplia, el ejercicio del criterio es una de las prácticas más constantes y sistemáticas del homo sapiens durante toda su vida, asumido casi siempre de una manera instintiva, pues su accionar se rige por las decisiones que toma sobre las diversas situaciones ante las cuales se enfrenta durante el transcurrir cotidiano, desde las más elementales como la ropa a usar, hasta las más abstractas, como urdir la Teoría del Campo Unificado o de las Cuerdas.
Siendo el “libre” albedrío la característica que nos define como entes pensantes, capaces de decidir qué preferimos sobre cuál y por qué, aunque parezcan absurdos u onerosos los motivos, opinamos, decidimos constantemente desde nuestros saberes y valores, para optimizar la existencia y favorecer la consecusión de los paradigmas personales o grupales seguidos a conveniencia, a destajo de los que por meras diferencias puedan amenazar tales presupuestos, desestabilizarlos y desenvocar en una crisis de identidad, valores, ideales y en sentido general, del propio ser psico-social. Lee el resto de esta entrada
LAS FLECHAS ROTAS, por Rolando Leyva Caballero
El profesor y crítico santiaguero Rolando Leyva Caballero (n. Santiago de Cuba, 1980) ofrece desde la perspectiva del experto residente más allá de La Habana, y que ejerce el oficio de pensar el audiovisual en el contexto universitario, un grupo de provocadoras reflexiones.
LAS FLECHAS ROTAS. PARA UNA HERMENÉUTICA DEL CRITERIO JOVEN EN CUBA.
Por Rolando Leyva Caballero
No quiero insistir en el tema cansino que se remite al estado al parecer calamitoso de la crítica de cine en Cuba. Ahí están los autores, los textos, concebidos, desde una sana pluralidad, para demostrar lo obvio. El pensamiento estético referido al análisis del hecho fílmico, sin embargo, está vivo[1], circula por canales alternativos, se desplaza al plano de la oralidad campante, al reino de ese otro mundo virtual, que está allá fuera, esperando que nos permitan descubrirlo, para bien o para mal, si nos dejan, explotando, en lo posible, sus potencialidades infinitas.
Aun así, por momentos, algunos críticos, directivos y funcionarios[2] establecidos insisten hasta el cansancio en acusar de epígonos improvisados a los jóvenes que comienzan a establecerse con fuerza en el oficio ingrato[3] de la crítica de cine, cuando se sabe que el crecimiento personal y profesional depende[4], en buena medida, de un lento proceso de sedimentación que puede llevar varios años, antes de asentar un estilo y método analítico reconocible, responsable.
Me remito así a los textos que, a modo de provocación, aparecen todos los días, para dialogar y también disentir, incluso contrarrestar, los prejuicios al respecto. En nuestro país sí se intenta, al menos, desde el diseño académico curricular de la carrera de Historia del Arte, la enseñanza del oficio de opinar, de pensar en serio, a los críticos jóvenes en formación, por lo menos a los que tienen aspiraciones de integrarse al ejercicio de esta praxis hermenéutica. Ese no es el problema. Lee el resto de esta entrada
CRÍTICA DE CINE E INSTITUCIONALIDAD MEDIAL EN CUBA, por Hamlet Fernández
Con esta ponencia, leída en el 19 Taller Nacional de la Crítica Cinematográfica, el crítico Hamlet Fernández (La Habana, 1984) introduce interrogantes claves para entender la emergencia o imposibilidad de emergencia de una nueva crítica de cine en Cuba. “El objetivo ha sido”, nos dice el autor, “aplicando la perspectiva teórica de la lógica estructural de los campos, reflexionar acerca de los límites que le plantea a la crítica de cine y cultural en un sentido amplio, una institucionalidad medial monopolizada por el poder del Estado”.
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CRÍTICA DE CINE E INSTITUCIONALIDAD MEDIAL EN CUBA: ¿CÓMO CAMBIAR LAS REGLAS DEL JUEGO?
Por Hamlet Fernández
De acuerdo a la teoría sociológica de Pierre Bourdieu, el campo artístico, e intelectual en un sentido amplio, se encuentra englobado dentro del campo del poder político, ocupando una posición de subordinación; pero al mismo tiempo dispone de cierta autonomía relativa con respecto a aquel, especialmente respecto a sus principios de jerarquización y legitimación, que son tanto económicos como políticos. En consecuencia, los principios de jerarquización-legitimación al interior del campo artístico e intelectual pueden operar de forma diferente según sea el grado de autonomía relativa que se ostente con relación al campo del poder político y sus principios de jerarquización característicos. En circunstancias en las que el campo artístico prácticamente carece de autonomía relativa con respecto al campo del poder político, sus agentes se ven sometidos a las leyes de jerarquización ya sean económicas o políticas, según sea el mercado, o la ideología, quien imponga las reglas del juego. Por su parte, cuando la autonomía relativa es considerable, los principios de legitimación y jerarquización al interior del campo artístico tienden a funcionar de acuerdo a una lógica de consagración propia, específica.[i] Ejemplo de casos extremos de confiscación de la autonomía relativa –en el horizonte de la modernidad occidental, por supuesto–, son los regímenes políticos totalitarios, en los que el estado, o el partido, encarnan en el resto de los campos que constituyen a la sociedad, suprimiéndose así el espacio y las funciones de la sociedad civil. Por su parte, el ejemplo histórico más evidente de conquista de una autonomía radical, no solo con respecto al poder político, sino del resto de los ámbitos de la sociedad, son, como se sabe, las vanguardias artísticas de la primera mitad del siglo XX. Lee el resto de esta entrada