CONDUCTA (2014), de Ernesto Daranas

No me engaño ni quiero engañar a nadie. Todo lo que ahora mismo escriba sobre Conducta, tendrá la influencia de una primera impresión en la cual todavía pesan en demasía varios elementos extra-cinematográficos. Con ello estoy advirtiendo que esto que garabateo con cierta prisa, no es exactamente el mejor ejemplo de análisis fílmico.

Lograr eso demandaría ver la película un par de veces más. Y distanciarme emocionalmente de lo que significa aún para muchos camagüeyanos el hecho de que haya sido la elegida para reabrir el cine Casablanca, exactamente 66 años después de inaugurado este coloso de la cultura camagüeyana. Como por el momento eso deviene imposible, compartiré un par de ideas que ha provocado en mí esta inicial aproximación al filme.

Lo primero que llama mi atención es que con esta cinta Ernesto Daranas enfatiza su vocación de narrador de historias transparentes. Si Los dioses rotos nos describía una trama donde los personajes se comportaban de acuerdo a códigos más o menos claros para el espectador (con lo cual su horizonte de expectativas alcanzaba satisfacción), en Conducta esa aspiración se hace más nítida: Carmela (Alina Rodríguez), Chala (Armando Valdés Freire), Raquel (Silvia Águila), Sonia (Yuliet Cruz), Ignacio (Armando Miguel Gómez), entre otros, se comportan en la pantalla como esos seres humanos, demasiados humanos, que somos nosotros mismos.

En estos días he visto reaccionar a los espectadores de las más diversas maneras. Los he visto llorar y después reír. O a la inversa. O las dos cosas al mismo tiempo. Creo que para lograr esto se necesitan determinadas habilidades, y Daranas ya había demostrado con anterioridad que era, sobre todo, un gran narrador. Pero yo sumaría aquí la circunstancia realmente mágica que propicia el encuentro colectivo en una sala oscura.

Por increíble que nos parezca, hay personas que a estas alturas de nuestros tiempos desconocen esa sensación. Hablo, por supuesto, de los nacidos después de los ochenta. Es decir, de la generación nacida en ese mundo digital que tiende a fomentar el repliegue hacia lo doméstico. Paradójicamente, esta generación viene consumiendo mucho más imágenes que las que le antecedieron, solo que apenas consiguen vincularse emocionalmente con lo que ven, toda vez que es el zapping, la búsqueda voraginosa de estímulos, lo que va predominando.

Ver Conducta en una sala repleta, donde la risa del vecino de luneta inevitablemente nos contagia, o el silencio expectante nos prepara para el desenlace, hace que el filme funcione de otra manera. Y muy a su favor. Es cierto que mañana podremos verla en nuestra casa, en nuestro portátil, o hasta en un teléfono, y la historia seguirá funcionando, porque está bien contada, pero solo estaremos observando una parte bastante simplificada de la película. Y conformarse con conocerla de este modo será como conformarse con ver el Guernica en las reproducciones de una revista. Por eso es que hay que seguir insistiendo en encontrar estrategias que nos permita fomentar la magia de la sala oscura, como mismo se sigue defendiendo en el mundo que la gente aprecie las obras de arte en los museos, y no en la fría reproducción de un catálogo, por lujoso que este sea.

En cuanto a Conducta como película, es fácil adivinar que puede convertirse en una de las películas que más polémicas genere en la historia del audiovisual cubano. Una suerte de Retrato de Teresa de nuestra época. Y ello será posible porque Daranas se ha cuidado de erigirse en juez que moraliza acerca de sus personajes. No hay aquí una descalificación humana, sino en todo caso, un deseo vehemente de mostrar a esos seres en sus circunstancias más originarias.

La noche de la premier en Casablanca, una señora salió indignada por la inclusión de las peleas de perros en el filme. En principio esta buena señora confundió la ficción con la realidad, y en su moralista enfoque del asunto, olvidó señalar que desde la película misma hay un claro cuestionamiento a esta inhumana y bárbara práctica. Olvidó que el personaje de Carmela se lo reprocha a Ignacio, y que en una escena hermosísima, Yeni, la niña, le presta a Chala ese apreciable relato de Jack London que conocemos como “Colmillo blanco”.

Lo que sucede es que solemos escandalizarnos con las obras que tienen la osadía de mostrar nuestras propias miserias. No es con la película con quien hay que exasperarse, porque ella (al igual que en su momento hizo Buñuel con Los olvidados, por ejemplo) lo que hace es llamar la atención sobre una realidad que tendemos a ocultar, a ignorar porque nos hiere, y que por ende, dejamos intacta, porque no la combatimos.

A partir de ahora Conducta, como toda película polémica, conocerá de las más dispares interpretaciones, incluyendo las políticas, desde luego. Todas son legítimas, pero tengo la impresión de que el filme nació teniendo en cuenta aquello que Jorge Mañach señalaba por los años cincuenta del siglo pasado: “Yo creo que uno de los males de Cuba es que tendemos demasiado a ver las cosas públicas en función de la política. Se reducen los problemas a simples conflictos de partidos o de gobiernos y oposiciones… Nuestros problemas vienen de más abajo y de más hondo. Nacen en la raíz misma de la ciudadanía”.

Y Conducta es eso: una muy inquietante mirada a una parte de los ciudadanos que día a día contribuyen a conformar la arquitectura moral de esta nación. Allí no están todos los cubanos, porque ninguna película puede pretender reflejar la realidad como un todo. En tal sentido, uno de sus valores estaría en mostrarnos y ponernos a pensar sobre un segmento de la realidad que nos inunda, aunque no veamos en los medios oficiales. Es una película que estremece, pero que evita todo el tiempo los peligros del melodrama simplista en que pudo caer. Una película, en fin, que puede ayudarnos a que seamos mejores personas.

Juan Antonio García Borrero

Publicado el febrero 7, 2014 en Uncategorized. Añade a favoritos el enlace permanente. 7 comentarios.

  1. Por Carmelas y Carmelos fue levantada la escuela cubana
    Contribuyeron a la forja de la Nación en medio del terror colonial español y modelaron el alma de discípulos que honraron a sus maestros lanzándose a la manigua. Resistieron victoriosamente durante la ocupación yanqui a los intentos de ser convertidos en instrumentos para cultivar en las mentes de niños y jóvenes la sociedad norteamericana como modelo a imitar. Lograron durante la República Neocolonial, la mayoría de las veces sin respaldo oficial, mantener en sus muchachos el amor por Cuba y el apego a su cultura e identidad a la par que sembraban en sus corazones los principios que serían su brújula en la vida.
    Ya en la Revolución, esas Carmelas y Carmelos compartieron con sus educandos las limitaciones de nuestra pobreza, los días crueles del Período Especial y sus consecuencias, que entre nosotros todavía estallan; y lo que es peor, sufrieron las incomprensiones y decisiones desafortunadas de “Raquel” que pudo ser y fue (o es) hombre o mujer, simple directivo o encumbrado funcionario.
    He tenido el honor de trabajar con “Carmela” que unas veces se llamó Carmen Ballester, Sara Portuondo o Teresa Bernabeu y otras Francisco Pao, Horacio Díaz Pendás o Manuel Romero. Son muchos más que los que a veces podamos percibir. Conducta, el filme cubano que acaba de ser estrenado es un gran homenaje a estos hombres y mujeres que desde las aulas hacen que Cuba sea cada día el sueño de lo posible.
    Escribo esta nota a solo minutos de verla, todavía en pura conmoción. Los maestros cubanos se merecían este homenaje. Gracias a Daranas y a todo los que la hicieron posible. Su obra es digna de un Oscar al mejor filme extranjero el próximo año, por lo pronto ya comenzaron a ganarse nuestros corazones.

  2. lazaro carbonell ramos

    acabo de ver la pelicula y sali complacido con el discurso planteado de mostrar a los personajes bien cercanos a las realidades de nuestro país, me emocione mucho con los parlamentos planteados y los valores que plantea como deben ser los maestros hoy en día no exluyendo a nadie sino sumando a todos por el bienestar de la sociedad

  3. Aquí es donde primero salen las películas Cubanas http://kubaneando.net/peliculas.html

  4. Arianny Sánchez

    Señores, la película te devuelve la fe en que sí se puede, se pueden lograr cosas maravillosas y llevar al cine la realidad cubana de una forma magistral que no denigre a la sociedad, esa realidad que vivimos los 11 millones de cubanos diariamente. No tengo palabras para Daranas, solamente una, GRACIAS.

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