SEGUNDO FORO SOBRE CONSUMO AUDIOVISUAL: LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS Y SU ÚTIL EMPLEO

Sé que es inevitable que algunos pregunten por qué el Segundo Foro sobre Consumo Audiovisual celebrado recientemente en Santa Clara no se hizo en Camagüey, tal como se acordara públicamente en la sesión final del primero.

Ignoro las razones, y no sería ético de mi parte hablar en nombre de la UNEAC, ni de las instituciones del territorio. Así que ruego a los amigos que me han preguntado por vía privada nos olvidemos de ese punto, que es lo anecdótico, y nos concentremos en la esencia del problema, que es intentar entender que está pasando con el fenómeno del consumo audiovisual en la isla, y sobre esa base, establecer prácticas concretas que repercutan en el bienestar de la comunidad.

El tema del consumo audiovisual es uno de los que más importancia reviste para las instituciones públicas que tengan que ver con la gestión cultural. La falta de atención a los problemas generados en la actualidad por el consumo sencillamente deja a ciegas a quienes pretenden hoy defender lo más valioso de la cultura. No en balde en varios países existen Centros académicos dedicados a impulsar las investigaciones de corte científico, donde el rigor analítico trasciende el mero intercambio de opiniones, más asociadas a la catarsis que a la ciencia.

En Cuba esos estudios rigurosos se están haciendo, lo que lamentablemente no gozan de la visibilidad deseada. Yo acabo de regresar de Santiago de Cuba, luego de participar en la Séptima Edición del “Félix B. Caignet”, y quedé literalmente fascinado con las intervenciones de las jóvenes Daynet Castañeda (Consumo culturales, medios de comunicación y construcciones identitarias) y Dayne Fonseca Moya (Teleadictos: conquistando la TV por la izquierda. Acercamiento al consumo audiovisual informal).

Una de esas investigaciones estuvo dirigida a explorar el consumo en una de las zonas precarias de Santiago de Cuba. Y esto es importante resaltarlo, porque todavía no conseguimos entender que el consumo no termina en el uso pasivo y homogéneo de los productos culturales que se ofrezcan, sino en la apropiación que cada cual haga de los mismos, por lo que las investigaciones realizadas por el Centro “Juan Marinello” con los consumidores del Vedado o Miramar arrojará datos utilísimos, pero reflejará poco de lo que pueda estar pasando con quienes adquieren “el paquete” en el barrio Timbalito de Camagüey.

Dicho de otro modo: necesitamos primero esclarecernos desde dónde estamos pensando críticamente el consumo, y para ello es menester hacer estudios de campo más precisos, estableciendo alianzas estratégicas con las más diversas instituciones (hoy más que nunca Cultura y Educación deberían aliarse a quienes se encargan del desarrollo informático de la sociedad).

Como la idea es pasar de las aproximaciones teóricas al desarrollo de determinadas prácticas (basados en esos diagnósticos realizados, que a su vez generarán nuevos problemas a resolver) es necesario establecer una suerte de mapa nacional que propicie el intercambio de experiencias de modo horizontal.Hoy esto es relativamente fácil de implementar. Estoy pensando en la posibilidad de crear una suerte de Cátedra Virtual para el Estudio del Consumo, o algo así, donde sea posible acceder en cualquier fecha, y desde cualquier punto geográfico de la isla, a las diversas investigaciones y proyectos desarrollados en el país.

Ello se hace necesario porque si de veras queremos impulsar un pensamiento científico alrededor de este asunto, entonces debemos cumplir con los rituales mínimos de la investigación. Para empezar será imprescindible fijar un marco teórico que nos permita inventariar las ideas que ya han sido desarrolladas: no tiene sentido regresar en un segundo Foro al punto que en el primero ya había quedado agotado.

Por eso en principio estoy tan de acuerdo con lo que Abel Prieto apunta en cuanto al poder hipnótico de las nuevas tecnologías, y la necesidad de que el uso que hagamos de las mismas dentro del sistema institucional responda a lo emancipador. Y sobre este punto me gustaría estar compartiendo con los amigos que el próximo 29 de octubre participen en la primera cibertertulia de “Cine cubano, la pupila insomne” en el Café Ciudad de Camagüey. La idea es llevar ideas concretas que ayuden a insertar estas tecnologías en proyectos culturales, educativos, donde el consumo se convierta en herramienta de liberación.

Ahora les dejo con la crónica escrita por Paquita Armas Fonseca sobre lo sucedido en este Segundo Foro de Consumo Audiovisual, celebrado en la Universidad Central Marta Abreu de Las Villas.

Juan Antonio García Borrero

 

SEGUNDO FORO SOBRE CONSUMO AUDIOVISUAL: LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS Y SU ÚTIL EMPLEO

Por Paquita Armas Fonseca

Un teatro lleno de jóvenes estudiantes de la Universidad Central Marta Abreu de Las Villas, fue el escenario para una provocación inteligente por parte de Rolando Pérez Betancourt en el contexto del Segundo Foro sobre Consumo Audiovisual en Cuba.

El periodista y crítico arrancó su intervención con el desmonte de la palabra hegemonía: “En nuestro país no faltan los que critican cualquier empeño de alfabetización del gusto, o como se le quiera llamar a ese intento de hacernos culturalmente más plenos, mejor preparados y, por ende, más activos frente a las vidriera del consumismo ramplón, y lo califican de controlador y continuista de una política cultural envejecida y signada por una hegemonía asfixiante, hegemonismo ––y ellos han puesto la palabra de moda–– que conspira contra la sacrosanta libertad individual del ser humano, esa que hace creer ingenuamente que nuestros gustos escapan de las influencias largamente trabajadas e impuestas por otros, o para ser más precisos, impuestas por una hábil y millonaria industria del entretenimiento que desde que venimos al mundo nos hace sentir inferiores si no estamos a tono con sus modas y producciones”.

El también novelista (Amor que regresa y La última mascarada de la cumbancha) agregó “Llevado al terrenos de la política, no hay nada más parecido a un discurso neoliberal que abogue por el clásico “laissez faire”, ese dejar hacer mediante el cual el ser humano es un átomo suspendido en los vaivenes de una existencia tecnológica capaz de regular los diferentes aspectos de la vida por sí sola, y sin que medien intereses políticos, sociales y económicos de ningún tipo, un país de Jauja en el que, remedando el título de una recordada película española “To el mundo e güeno”

Jóvenes de diversas carreras intervinieron acerca de ese asunto y de otros del mundo audiovisual, tanto del cine como de la televisión. Lo hicieron con la pasión y el desenfado que caracteriza a los estudiantes universitarios. También ofrecieron sus opiniones un grupo de profesores de un centro que tiene al desarrollo cultural como una premisa importante.

Una de las primeras intervenciones se dirigió hacia la ley de cine y la participación de los creadores en ella. Susana Molina, vicepresidenta del ICAIC, explicó que no se avanza tan rápido como desean algunos cineastas, pero se ha trabajado por parte de los creadores y de la comisión gubernamental encargada de proponer los decretos encaminados a viabilizar el reconocimiento de diversas formas de producción audiovisual y su distribución.

La ejecutiva al hablar del consumo cinematográfico sostuvo, que a pesar de la disminución de salas de cine, hoy se ven más filmes que en ningún otro momento, debido a que se han multiplicado los soportes y accesos: puede ser en un televisor, una computadora o un tablet, que tienen como suministrador al famoso paquete o a una diminuta y potente memoria flash, con películas de cualquier lugar del mundo, portadoras de diversos géneros o temas.

En tal sentido hubo una buena cantidad de intervenciones dirigidas a defender que se comenten esos productos en los medios de prensa, tanto digitales como impresos, porque sería absurdo intentar eliminar su consumo, pero si puede existir una orientación especializada, para que quienes accedan a las referidas piezas cuenten con elementos racionales de análisis que le permitan una relación crítica de aceptación (o no).

Otro asunto tratado fue el programa del fomento de la cultura audiovisual que debe reanimarse para conseguir que buenas obras caminen hacia los diversos públicos, y, se logre, poner a navegar una opción con altos valores estéticos.

Se habló de que el consumo cultural es un problema de todos, incluso de aquellos lugares que deben ser rentables. Tal necesidad de ganar dineros no puede llevar a negarse a presentar un buen trovador, por ejemplo, porque no les abarrota el local y se lo entregan a un cuadro humorístico de cuarta categoría o grupos que se llaman musicales, sin serlos.

Abel Prieto, asesor del Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, destacó la importancia de la intervención de uno de los profesores que subrayó, al referirse al consumo “no nos hemos dado cuenta de las dimensión del problema, ahora es que nos estamos ocupando”.

En tal sentido el autor de El vuelo del gato y Viajes de Miguel Luna, señaló que de la solución de ese problema dependerá en gran medida, la preservación de la cubanía y la esencia misma de nuestro proyecto social.

“La gente está como hipnotizada por las tecnologías, la cual no puede obviarse, sin embargo, hay que emplearlas de manera inteligente, para fomentar valores y gustos culturales acordes a nuestras aspiraciones emancipadoras”, señaló Abel.

La crítica llamada a jerarquizar el producto cultural exige mayor espacio en la prensa escrita, mas también en la radio y la televisión. Si en los medios digitales existe una buena cantidad de trabajos y retroalimentación a partir de los comentarios y las réplicas, aun el ciberespacio no está al acceso de toda la población.

Existe además el criterio que el ejercicio de la crítica no es hoy un acto atractivo para muchos reporteros y otros difusores. El joven periodista José Ernesto Nováez Guerrero señaló “La crítica es necesaria en todas las épocas. Es el espejo donde una sociedad se mira y se comprende. La crítica de arte, en especial, tiene el deber no solo de orientar estéticamente sino, y esto más importante, de desmembrar la ilusión que implica toda obra de arte y analizarla en sus múltiples aristas, en sus múltiples implicaciones. Nos permite “extrañarnos” del efecto emocional de la obra e indagar en las intenciones que la motivaron, en los artificios que la conforman. Sin embargo, la crítica no es la panacea de todos los problemas. Debemos ser capaces de entender que la crítica es solo una parte de la ecuación, que depende mucho de los medios de comunicación y de otros tantos factores. No importa cuán grande sea el empeño que pongamos en una crítica de arte coherente, funcional, si descuidamos, por ejemplo, lo que se transmite por televisión.”

Más adelante demandó “Son varios los aspectos a considerar y que están incidiendo sobre el ejercicio crítico en Cuba. En primer lugar está el hecho de que se paga demasiado poco por los trabajos. Este no es el principal problema, pero incide bastante y es uno de los aspectos más mencionados del problema. Es preciso implementar una mayor remuneración para hacer más atractivas las revistas y demás medios. Esto posibilitará, entre otras cosas, la conformación de colchones que permitan procesar cómodamente el material y evitar que las publicaciones salgan con premura o deban llenar las páginas con cualquier trabajo que aparezca a última hora.”

Con un espectáculo musical que incluyó a Trovarrocos, terminó el Segundo foro sobre consumo audiovisual, que tuvo unos excelentes anfitriones en los profesores y estudiantes de la Universidad Central Marta Abreu de Las Villas.

Publicado el octubre 16, 2015 en REFLEXIONES. Añade a favoritos el enlace permanente. Deja un comentario.

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