POST HIEROSCOPIA 2016

El término Hieroscopia alude al método de adivinación a través del cual se examinan las vísceras de un animal con el fin de leer el futuro. Hace seis años un grupo de jóvenes de Nuevitas (ciudad ubicada en la costa norte de Cuba), y sin ninguna formación académica, decidió impulsar un proyecto que les permitiera canalizar sus inquietudes de creación audiovisual, y apelaron al pez como el animal que les podía ayudar a recibir pronósticos confiables: no sé si las lecturas que hicieron entonces les alcanzó para ver que podían llegar a esta sexta edición, contando con la presencia del mismísimo Fernando Pérez, el director más destacado del cine cubano de los últimos veinte años, quien accedió incluso a ser dirigido como actor en uno de los cortos filmados durante el evento.

Han sido tres días (con sus tres noches), mágicos. Para que entiendan el énfasis de mi adjetivación y mi entusiasmo, tienen que ubicarse en el mapa de Cuba y averiguar dónde es que está ocurriendo desde hace seis años este evento vinculado al audiovisual. Nuevitas está muy lejos de La Habana o Santiago de Cuba. Incluso, está muy lejos de Camagüey. Hablamos de una ciudad que en su momento se soñó como uno de nuestros paradigmas de urbes industriales, pero que hoy no puede dejar de mostrar la factura que pasó el Período Especial, y las dificultades económicas que en sentido general afecta al país.

Vivir y soñar en Nuevitas nunca será lo mismo que vivir y soñar en La Habana o en Camagüey. No hay wifi en los parques. No hay cajeros automáticos u otros signos de modernidad tecnológica. Y la playa donde la gente se baña está lejos de parecerse a Varadero o Santa Lucía. Pues bien, en este lugar donde el día a día se hace más difícil que en otros, se organiza este evento que está pensando audiovisualmente a la comunidad desde la comunidad.

En el par de entrevistas que me hicieron en estos días quise resaltar que el gran valor que le veo al evento, tiene que ver menos con lo estéticamente cinematográfico (aunque la búsqueda de una excelencia audiovisual está entre las metas de sus creadores) que con lo comunitario. Todavía no alcanzamos a entender que la llamada alfabetización audiovisual, si la queremos más efectiva que formal, tendría que comenzar desde la base (desde la comunidad), y en Nuevitas, este grupo de jóvenes ha conseguido captar la importancia de esa estrategia.

Para mí van a resultar sencillamente inolvidables las tres sesiones de proyecciones nocturnas en la calle, frente al otrora cine Puerto Príncipe. En una época donde es el consumo audiovisual en lo doméstico, lo que ya domina en nuestras prácticas, ver cómo una comunidad se entrega fascinada a esas proyecciones públicas donde se reconocen entre sí, porque los actores son ellos mismos, es algo que no es la regla. Eso es sencillamente excepcional.

En el plano estético es obvio que buena parte de las producciones presentadas no dejarán satisfechos a quienes apenas reparan en el cine como arte. Una buena película, es cierto, no se logra con solo tener al alcance de nuestras manos una cámara sofisticada, o un programa profesional para editar. Hace falta una formación de años, debates sistemáticos, pero sobre todo, ver mucho cine y leer mucho sobre cine (ya de paso les dejé una biblioteca digital con más de mil libros especializados).

Pero es que el Movimiento Audiovisual de Nuevitas (MAN) está consiguiendo lo más importante: sembrar las inquietudes creativas en su comunidad, y en medio de una época que más bien pareciera una invitación imperativa a la indiferencia unánime. No idealizo y sé que mantener un proyecto así no es fácil, pero aquí cabría recordar aquella observación de Nietzsche: “El valor de una cosa consiste muchas veces, no en lo que se gana al adquirirla, sino en lo que se pasa por obtenerla, en lo que cuesta”.

Insisto que en lo personal, esta experiencia de Hieroscopia en Nuevitas fue, literalmente, mágica. Siento que acabo de asistir a uno de esos eventos en que la conjura de un grupo de soñadores pone al alcance de nuestras manos otra vez la voluntad utópica que a ratos se esfuma. Eso pude vivirlo gracias a las exhibiciones públicas, los intensos intercambios en el Centro Puerto Príncipe, pero también con el descubrimiento personal del Proyecto “Picacho”, un proyecto de Realización Audiovisual Comunitaria con Niños(As) y Adolescentes Campesinos en la Sierra Maestra.

Lo otro que me impresiona de Hieroscopia es el modo en que está vinculando lo audiovisual a la memoria local. Cuando el cine surgió, los pioneros de esta práctica (todavía ajenos al espectáculo) encontraban en aquello que lo rodeaba la principal riqueza: allí están los obreros anónimos saliendo de sus fábricas, inmortalizados para siempre por los Lumiere. Con el desarrollo de la industria fílmica, sin embargo, los hombres y mujeres comunes fueron desplazados definitivamente a las sombras. Cierto que una parte del cine documental intenta salvar la memoria de los individuos que somos en nuestros contextos históricos, pero aun así las reglas del “lenguaje artístico” pre-establece el modo de intervenir.

Aunque en las producciones de MAN domina lo fictivo, el solo hecho de poner a actuar personajes de la comunidad que luego se examinarán en la pantalla, establece una compleja operación del registro testimonial de esa comunidad, a través de las fantasías negociadas. Porque una comunidad no es solo ese conjunto de casas y edificios que podemos ver en una película, o en las postales preparadas para el turismo: una comunidad es también la suma de lo que sus habitantes aspiran a ser, sus alegrías, sus frustraciones.

Y los del MAN, acaso sin tenerlo demasiado claro pese a las lecturas hieroscópicas, ya están escribiendo ese futuro donde mañana serán leídos los sueños de esa comunidad.

Juan Antonio García Borrero

Publicado el julio 19, 2016 en Uncategorized. Añade a favoritos el enlace permanente. Deja un comentario.

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