CULTURA AUDIOVISUAL, PROYECTOS COMUNITARIOS Y DESARROLLO ENDÓGENO EN CAMAGÜEY

De la misma manera que a estas alturas ya no puede hablarse de cultura pensando a secas en literatura y artes, tampoco es recomendable pensar en la cultura audiovisual como si apenas existieran el cine y la televisión. Y es que no solo estaría ese cine expandido que Gene Youngblood contribuyera a iluminar con sus observaciones, sino que tendríamos que hablar de las nuevas prácticas auspiciadas por un conjunto de públicos emergentes en función de tecnologías absolutamente nuevas.

Por otro lado, habría que repensar también la relación que tradicionalmente se ha establecido entre la cultura y el desarrollo, entendido este último como el proceso que garantiza que una comunidad o conjunto de individuos puedan satisfacer sus necesidades básicas.

En las sociedades donde domina la lógica del mercado, la cultura ostenta un perfil más bien instrumental, siempre en función del desarrollo económico y la mayor ganancia de unos pocos; de allí que muchas veces, en aras de garantizar beneficios inmediatos se sacrifiquen los gastos culturales. Pero la Historia ya nos ha dejado innumerables pruebas de que el bienestar económico, por sí solo, no garantiza la riqueza social: al contrario, se necesita que florezcan a la par ciertos valores que nada más lo pueden garantizar la cultura.

Con la llamada globalización, el vínculo entre cultura y desarrollo alcanza niveles nunca vistos con anterioridad. Y también proliferan los espejismos paralizantes. Es decir, al globalizarse ciertos servicios culturales asociados al desarrollo de las tecnologías más modernas, se crea la impresión de que el desarrollo cultural tiene siempre un origen lejano a la par que cercano: es una sensación inédita de desarraigo cultural, donde la posibilidad del desarrollo endógeno sufre un severo golpe.

Con nuestro “Primer Encuentro sobre Cultura Audiovisual y Tecnologías Digitales”, celebrado el 11 y 12 de febrero del presente año, quisimos llamar la atención sobre las inmensas potencialidades que alberga la ciudad en este campo. No se trata de chauvinismo barato: Camagüey es la única ciudad cubana que cuenta con un Paseo temático dedicado a resaltar la impronta del cine en el imaginario de sus habitantes; al mismo tiempo acumula la experiencia ganada con eventos como “El Almacén de la Imagen” (25 ediciones), “Taller Nacional de la Crítica Cinematográfica” (22), o el “Festival Internacional de Videoarte de Camagüey” (6), y existe una amplia comunidad académica (vinculada al ISA camagüeyano y a carreras universitarias como la de Estudios Socio-Culturales).

¿Qué es lo que ha impedido entonces que Camagüey, y concretamente su Paseo Temático, se convierta en un referente internacional?; o pensado con un sentido más modesto, ¿qué ha impedido que dentro de la ciudad funcione como un centro aglutinante de actividades vinculados a la cultura audiovisual, que ya dijimos antes, no es solo cine y televisión?

A mi juicio, nos ha afectado la ausencia de una perspectiva de conjunto que sea capaz de pensar críticamente lo que podría significar para Camagüey y su cultura audiovisual, la existencia de un Paseo Temático. Los que de alguna manera hemos estado vinculados a la actividad audiovisual en la ciudad no hemos sido capaces de elaborar análisis contundentes y actualizados que rebasen el interés grupal, y propongan la construcción de una plataforma interactiva donde sea posible defender esa diversidad creativa ya existente, pero al mismo tiempo, fortalezca el vínculo práctico con la comunidad propiciando puentes con esa realidad que habitan los ciudadanos, y que está siempre en permanente construcción.

En sentido general, hemos desaprovechado todas las posibilidades que brinda el sitio para fomentar una verdadera sinergia creativa, en la que la actividad audiovisual sea importante, pero no lo único importante. Recordemos que dentro del Paseo Temático podemos encontrar restaurantes (La Isabela), bares (Bar Casablanca, Bar Esperanza, el último que cierra; Fotogramas), cafeterías (La Dolce Vita; Coffea Arábiga, Café Acción), salas cinematográficas (Multicine Casablanca, Complejo Audiovisual Nuevo Mundo, Cine Encanto ahora sede del FIVAC), galerías (“Pixel”, “Iris”, “Casablanca” ), estudios fotográficos (Casablanca y Puerto Príncipe), Videoteca (Lumiére), así como otras unidades donde se brindan servicios a la población (dulcería, peluquería, barbería). ¿No suena todo esto más espectacular que la Fábrica del Arte que hay en La Habana?

Lo es, pero falta la plataforma publicitaria que le permita concederle visibilidad al proyecto como conjunto. Y para ello primero es necesario construir un sentido de pertenencia que ahora mismo, hay que decirlo por lo claro, no existe entre quienes integran el Paseo.

No es un reproche gratuito, sino la constatación de una verdad que nos afecta a todos: hasta que quienes trabajan en el Bar Casablanca o la cafetería Acción no descubran que, además de pertenecer a la Empresa Santa María, forman parte de un proyecto mayor donde también están involucrados los cines y las peluquerías, se seguirá asumiendo el Paseo como una sumatoria de entes aislados, pero no como una plataforma verdaderamente interactiva. Y sobre estos asuntos, ya con algunas propuestas prácticas, estaremos hablando en la próxima tertulia “Cine cubano, la pupila insomne”, a celebrarse en El Callejón de los Milagros el próximo 2 de abril.

Juan Antonio García Borrero

Publicado el marzo 25, 2016 en PRIMER ENCUENTRO SOBRE CULTURA AUDIOVISUAL Y TECNOLOGÍAS DIGITALES. Añade a favoritos el enlace permanente. Deja un comentario.

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