KIKI ÁLVAREZ: EN LA INTEMPERIE

EN LA INTEMPERIE

"Porque se hizo de noche y los bárbaros no llegaron".

Constantino Cavafis

¿Quién fue primero? ¿El hombre o las instituciones? El hombre inventó las instituciones para sistematizar y organizar la experiencia. ¿Tienen las instituciones una lógica propia de funcionamiento, o son los hombres quienes dotan sus contenidos? ¿Por qué hay hombres que, en nombre de la pureza de las instituciones, niegan a otros hombres la posibilidad de accionar sobre la institución que los representa?

Desde hace mucho más de un año, los cineastas cubanos hemos emprendido una serie de acciones con el propósito de revitalizar las condiciones económicas y creativas de nuestro cine a partir del reconocimiento de nuevas formas de producción cinematográficas, y elaborando varios documentos y demandas que, partiendo de una realidad objetiva, propongan el reconocimiento legal de los creadores y productores no estatales y la reformulación del ICAIC en un organismo que pueda continuar operando como instituto generador, coordinador y protector del nuevo ecosistema del Cine Cubano.

¿Pero qué nos hemos encontrado? Suspicacia, resquemores, desconfianza, obstáculos, dilaciones, y ciertas posturas negadas a entender la urgencia, el compromiso y el valor político y social de nuestros propósitos.

Ahora que lo que se discute es el dichoso “paquete”, vuelven a aparecer síntomas de atrincheramiento institucional ante algunas voces críticas dispuestas a participar reflexionando sobre “las causas de las cosas”, y no reaccionando ante la realidad con propuestas ingenuas que no conducen a otra cosa que a seguir soñando que vivimos en el mejor de los mundos posibles, donde las buenas intenciones bastan para modelar la realidad y hacerla inexpugnable.

“Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí”. ¿Recuerdan ese cuento mínimo de Augusto Monterroso, que Francisco López Sacha y el Chino Heras hicieron popular para toda Cuba a través de la primera Universidad para todos? Pues qué lejos estamos de aquel milagro cultural… y todavía el dinosaurio sigue ahí.

“Mañana será tarde” dijo Fernando Pérez en nuestra última Asamblea de Cineastas, condensando en una frase el desespero que sentimos aquellos que creemos en la necesidad de un urgente salto cualitativo del cine y la cultura cubana, que nos permita accionar, desde nuestras convicciones, en las nuevas complejidades de la realidad cubana de hoy.

“No confíes en tus murallas si el caballo de Troya está dentro”, diría un Odiseo irónico ante nuestra política de trinchera asediada, siempre a la defensiva, reaccionando, confiando en que eso basta para detener al monstruo, al dinosaurio que persiste.

¿Y si no llegan los bárbaros? ¿Y si mañana nos quitan el bloqueo? ¿Estaremos preparados para recibir la avalancha de los barbaros, para tener un diálogo real con ellos?

En un hipotético escenario sin bloqueo, ¿podrá seguir funcionando el “paquete” sin pagar derechos de autor? ¿Y la televisión cubana podrá seguir programando películas y series producidas por los barbaros sin pagar un centavo por sus derechos de exhibición? La realidad es que para muchas de nuestras instituciones, el bloqueo ha funcionado como una patente de corso y de esa circunstancia se han aprovechado nuestros piratas privados.

¿Para qué voy a inscribir una película en el CENDA, si después yo mismo tengo que avisarles la fecha en que Cuba Visión la exhibió (si me entero), para que ellos puedan exigir el pago sobre mis derechos de autor? ¿Para qué la voy a inscribir, si después soy yo quién tiene que ir a reclamarle al vendedor pirata un importe sobre “sus ventas”? ¿Por qué un vendedor pirata puede vender películas de otros con una licencia otorgada por el estado, al mismo tiempo que a figuras similares no se les permite convertirse en exhibidores?

Hay una perspectiva que los cubanos han perdido y que tiene que ver con la calidad de vida. La cultura no es un añadido, es la propia condición de existencia de una sociedad y un pueblo, y cuando esta se deteriora se crea una grieta insondable que resulta muy difícil cerrar aún en condiciones económicas ventajosas. Por eso hay que detener la quiebra de las condiciones en que se produce la cultura antes que su daño sea irreparable. En el caso del cine, no podemos seguir consumiendo proyecciones en formatos caseros dentro de salas “profesionales” que por su estado ruinoso no tienen siquiera condiciones mínimas como espacios de ocio.

Ahora es muy fácil explicar la aparición del “paquete” como alternativa a la falta de Internet o de antenas en la isla, pero acaso el confinamiento del consumo a espacios privados no tiene que ver también con el deterioro de los espacios públicos. Más acá del bloqueo y todas las circunstancias que nos rodean, tengo la sensación de que durante estos años, no hemos sido capaces, como sociedad, de estimular una verdadera cultura de la resistencia, estimulando la creatividad y la capacidad de reciclar que tenemos los cubanos. ¿Por qué funcionan los “almendrones”, por qué han resistido el paso del tiempo, y la falta de piezas de repuestos? ¿Si nuestras salas cinematográficas apenas existen, y las que se mantienen lo hacen en un estado calamitoso, no será también por una falta de previsión, de no considerarlas estratégicas y necesarias para nuestra vida cotidiana? No se puede aspirar a educar la sensibilidad, el gusto y la cultura de la gente, si los espacios para hacerlo no existen o están deformados.

Pero hablemos de internet, el paquete, y nuestras perspectivas de desarrollo: hace varios días en el país de “los barbaros”, el presidente pidió la creación de medidas, lo más estrictas posibles, para proteger la neutralidad de la Red y garantizar que ninguna empresa o proveedor ralentice el tráfico o bloquee el acceso a ninguna página de contenido legal, tratando con esto de impedir la creación de una Red de dos velocidades que instaure la desigualdad entre unos “clientes” y otros, favoreciendo a las empresas o a las instituciones, por encima del ciudadano. Claro que todo esto responde a la lógica de la competencia, pero ¿cómo piensa sobrevivir y desarrollarse Cuba en un mundo signado y determinado por las comunicaciones y el acceso a la información? No podemos seguir postergando nuestra inmersión en el mundo real que ahora se ha vuelto virtual; nuestra alternativa al paquete no puede ser otro paquete porque eso sería prolongar la lógica que nos ha traído hasta aquí.

El desarrollo de Cuba, de su sociedad, de su economía, de su espiritualidad, necesita de la participación y el empeño de todos los que hemos elegido, eligen y elegirán vivir en esta isla y necesitamos el acceso a los medios para garantizarlo.

A la par, como dicen los chinos, tendremos que trabajar en “lo echado a perder”, quiero decir en lo que aún se pueda restaurar.

Para eso, la participación no puede ser una consigna ni un llamamiento, es un derecho que nadie puede escamotear a los que sentimos el compromiso de ejercerlo.

Mientras esa no ocurra, estaremos viviendo en la intemperie.

Kiki Álvarez

Publicado el noviembre 17, 2014 en Uncategorized. Añade a favoritos el enlace permanente. Deja un comentario.

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