Archivos diarios: marzo 7, 2021

Los mundos invisibles de la ENDAC

No recuerdo cuando fue que me hice adicto a coleccionar “frases célebres” y compartirlas. Supongo que, como toda afición, fue impulsada por eso misterioso que llamamos “mero placer”.

Pero sí puedo evocar esa toma de conciencia donde descubres que, más allá de tu ombligo, han existido un montón de personas geniales que, como tú, como yo, se sintieron angustiados por la existencia y decidieron darle pelea con altura, con fineza.

A partir de ese instante, decidí convertirme en una suerte de curador de las habladurías ajenas y propias que nos acosan: prestaría oídos y atención solo a lo que fecunda, y dejaría en manos del viento lo que el “psitacismo” (término acuñado por Leibniz para referirse a las ansias incontroladas de hablar por hablar, asociándolas a los loros), seguirá generando en la comunidad parlante.

Mas igual entiendo que coleccionar frases por coleccionarlas, o citarlas a diestra y siniestra, puede ser también grave “habladuría”, si no se hace un uso creativo de ellas, si no la ponemos en función de lo heurístico, de la acción. Es decir, en función de crear mundos alternativos que nos liberen de la dictadura del “más de lo mismo”.

Por eso cuando cito lo que dijo alguien (no tiene que ser famoso) es como darle la palabra a un amigo que llega hasta mí en ese instante con un candil en sus manos. Es el inicio de una conversación que quiere permanecer ajena a lo que está de moda, o a ese culto a la tautología que sería repetir lo que “todo el mundo” dice porque lo dice “todo el mundo”. Y que me invita a escapar de lo conocido e imaginar lo nuevo, lo invisible.  

En el caso de la ENDAC, confieso que su origen no lo localizo en lo que pudo haber dicho alguien vinculado al cine. Creo, y esta idea tampoco es mía, que el cine es algo tan importante que no podemos darnos el lujo de dejarlos en manos exclusivas de los cinéfilos.

Así que ha sido Blaise Pascal quien, en lontananza, mejor ha argumentado lo que sería la ENDAC y por qué surge, cuando se describe “abismado en la infinidad inmensa de los espacios que ignoro y que me ignoran”. Por muchos contenidos que seamos capaces de publicar en la enciclopedia, jamás lograremos agotarlo todo. Y otra vez Pascal nos lo explica con pasmosa lucidez:

Todo el mundo visible no es más que un átomo imperceptible en el grandioso seno de la naturaleza. No hay idea que se le aproxime. Podemos ampliar nuestra concepción más allá de todo el espacio imaginable; sólo producimos átomos en comparación con la realidad de las cosas. Es una esfera infinita, cuyo centro está en todas partes y la circunferencia en ninguna”.  

Paradójicamente, tomar conciencia de esos tremendos límites que como individuos tenemos, puede ayudarnos a tener más claridad de lo que nos proponemos en nuestros proyectos.

Juan Antonio García Borrero