Archivos diarios: diciembre 20, 2014

VIAJE AL FUTURO A TRÁVES DE LAS PAREDES DEL TIEMPO.

Cuando de aquí a un siglo, a los nietos de mis nietos les pregunten en sus escuelas sobre cuál podría ser la fecha que más impactó el imaginario de los cubanos que vivíamos por estos días, es probable que mencionen, sin dudarlo mucho, al 17 de diciembre de 2014.

Y es lógico, pues si para entonces la Historia se sigue narrando del mismo modo que hasta ahora (es decir, concediéndole casi toda la importancia a los “grandes sucesos”, a los grandes líderes), es previsible que sean los discursos de los presidentes Barack Obama y Raúl Castro anunciando la reanudación de las relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos, los que sigan monopolizando la curiosidad. No importan las filias y las fobias políticas que ambos gobernantes desaten a su alrededor, pues hablamos ahora de algo que tendría que ver con lo cultural en su sentido más amplio de la palabra: los discursos de ambos, y la manera en que se dieron a conocer al mundo, sencillamente operan como uno de esos sorprendentes puntos de giros que los guionistas introducen en las películas con el fin de trastornar el sistema de representación de la historia que veníamos siguiendo. De ahora en lo adelante, optimistas, pesimistas, escépticos e indiferentes, tendrán que imaginarse el futuro de los cubanos (incluyendo el remotísimo que habitarán los nietos de mis nietos) de una manera distinta a la que hasta ahora se pronosticaba.

Pero como suele suceder con toda evocación histórica, cuando los nietos de mis nietos hablen de este día no se enterarán de qué significó realmente en buena parte de mis contemporáneos las medidas anunciadas (nos pasa lo mismo a nosotros con aquellos hambrientos que tomaron La Bastilla en el inicio de la Revolución Francesa: ¿qué sabemos de ellos ahora mismo?, ¿qué sabemos de lo que realmente querían en el minuto del asalto, mucho antes que los ilustrados acuñaran los hoy célebres y manipulados términos de justicia, igualdad y fraternidad?

Lo que quiero decir es que los nietos de mis nietos podrán aprenderse hasta de memoria lo que ambos mandatarios expresaron, revisar del modo más exhaustivo lo que reportaron los medios, lo que la gente dejó anotado en Facebook o sus innumerables bitácoras, o lo que analistas concienzudos escribieron o comentaron en espacios “prestigiosos”: a pesar de ello seguirá siendo invisible ese universo de emociones encontradas que movilizó en un solo día los afectos y desafectos de millones de cubanos regados por todo el planeta. Lee el resto de esta entrada